El “Cerro Pelao” es una pequeña elevación que alberga uno de los yacimientos arqueológicos de la localidad. Se encuentra menos de 2 km en línea recta del núcleo urbano de Cenizate y está bordeado por la Cañada de Cardeal.
Los vestigios y especialmente los fragmentos cerámicos localizados en la superficie y el tipo de emplazamiento indican, por similitudes con otros yacimientos arqueológicos ya excavados en la provincia de Albacete, como El Acequión (Albacete), la Morra del Quintanar (Munera) y El Cuchillo (Almansa) que en el Cerro Pelado de Cenizate se estableció hace aproximadamente 4000 años una comunidad humana adscrita a la Edad del Bronce (2200-1100 a.C).
Por el tamaño del asentamiento se trató de un grupo humano amplio y numeroso, que estableció sus viviendas desde la cumbre hasta la base del cerro, aprovechando las curvas de nivel. Estaban realizadas mediante un zócalo de piedras irregulares trabadas con mortero y barro, cubierta vegetal inclinada a un agua, paredes de tierra y estructura vegetal y piso de tierra apisonada. En su interior las paredes tenían adosados unos bancos corridos de barro, hogares en el centro de la estancia y tinajas encastradas para el almacenamiento de comida y agua.
Su actividad económica se basaba en la agricultura cerealista, aprovechando el fondo de valle de la Cañada Cardeal que rodea al poblado, la ganadería de ovejas y cabras y el aprovechamiento del medio natural silvestre. Sus objetos cotidianos son las cerámicas hechas a mano de formas esféricas y globulares, las pesas de telar de barro, el uso de sílex para las hoces de madera, las hachas de piedra pulimentada y en menor medida objetos de metal de cobre o bronce para los adornos, como anillos, aretes, punzones y algún cuchillo o punta de flecha. No todos sus pobladores tenían acceso a los objetos de mayor prestigio como el metal, pues se trata de unas sociedades con una diferenciación de clase cada vez mayor, donde ya existe una jefatura, individual o familiar, mientras que el resto ocupan diferentes posiciones sociales en función de sus actividades (artesanos, campesinos, pastores, etc.).
El mundo funerario de estas comunidades es muy complejo, siendo habitual el enterramiento de inhumación, normalmente individual o a lo sumo de dos individuos, enterrados en posición fetal en una fosa delimitada con estructuras de piedra, que en ocasiones se acompañan de un ajuar compuesto por pequeñas cerámicas y adornos de hueso.